sirvientes, y los hijos de Job. Sólo entonces Satanás quedó satisfecho, y se fue para poner en práctica su diabólico plan. El versículo 12 es muy importante para entender correctamente el libro. Si no tenemos presente que Dios permitió que Satanás pusiera a prueba a Job y que Dios elogió a Job cuando Satanás lo condenó, perdemos el punto principal el libro. Tanto en el prólogo (1:8 y 2:3) como en el epílogo (42:7–9), Dios destaca a Job como un ejemplo, un hombre temeroso de Dios. El desenlace final
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